Tempus Fugit
Autores: Alma Trillo, Christian Varela, Belén Vaz
Ubicación: San Amaro (A Coruña)
Año del proyecto: Octubre 2015 – Enero 2016
Información:
La ciudad de A Coruña carece de un tanatorio comunitario de dimensiones suficientes. Se contabilizan cuatro tanatorios, todos ellos lejos del núcleo histórico de la ciudad, que, precisamente, es, donde se concentra gran parte de la población de la ciudad. Existe un pequeño tanatorio, el tanatorio de “La Torre” cuyas dimensiones son escasas.
Quizás resulte extraño utilizar la filosofía como razón de un proyecto y más para un proyecto urbanizador como el tratado en la asignatura que competía al proyecto realizado. Sin embargo, han de realizarse dos apreciaciones antes de continuar hablando de esto.
En primer lugar, se entiende por razón de proyecto aquellos componentes arquitectónicos que lo forman pero están bajo la epidermis de la arquitectura y por ello no se ven. Son, de algún modo, los condicionantes externos que conectan la obra con su materialización. Un día pude escuchar a Manuel Gallego hablando de la idea de la arquitectura como la genética. Creo que es la mejor razón para definirla. Así pues, se entiende que la razón, valga la redundancia, de la propuesta está formada por bases nitrogenadas como son la adenina, timina, guanina y citosina en representación de Platón, Sócrates, Aristóteles y Descartes.
En segundo lugar, por «razón» se entiende, en general, aquella «facultad» o capacidad humana por la que se alcanza el conocimiento discursivamente, esto es, partiendo de premisas para llegar a alguna conclusión, o conclusiones, que se derivan de aquellas. La razón se asimila, así, a la «diànoia» (conocimiento discursivo) y se opone a «nous» (conocimiento intuitivo). Luego, los pasos que lleven hasta el conocimiento, comenzarán con las premisas de la filosofía en donde el conocimiento intuitivo, con esa primera sensación, llevarán hasta el conocimiento discursivo, el racional.
Dicho esto, el enclave urbanístico mostraba una pluralidad de aspectos a nivel topográfico, edificatorio, circulatorio, material e incluso social pues es el hábitat para una sociedad muy distinta y en la que se mueve a lo largo del día una masa de personas muy heterogénea. Esta diversidad de identidades supuso una gran complicación a la hora de abordar el proyecto y ello exigía, una gran sensibilidad a la hora de resolverlo.
A pesar de la multiplicidad de elementos que aquí se hallaban, había uno que destaca y que sería el punto de partida para un pensamiento intuitivo y discursivo unificador para el proyecto urbanizador de medianeras y en su extensión, de todo el proyecto: el cementerio.
La creación de un tanatorio-crematorio para completar “el mordisco” del cementerio de San Amaro
La razón óptima condujo a meditar acerca de un espacio basado en la experiencia sensorial en la que la causa principal sea el tempus fugit y el enfrentamiento metafísico de lo eterno frente a lo perecedero.
Pues, ¿Qué significa un cementerio? ¿Cuál es su razón? Por tanto, ¿Qué es la muerte y qué es la vida? Se buscó, con este proyecto, que la arquitectura generase un sentimiento menos doloroso a través de su riqueza, de sus espacios, circulaciones, simbolismos y texturas y en el que estos sentimientos se nutriesen a través de la relación con el paisaje, la naturaleza y los volúmenes.
Se elevó el acceso principal al tanatorio-crematorio hasta la cota +15m para que se pudiese producir un acceso directo a San Amaro II. El columbario, también a cota +15m, se envolvía en el cementerio, convirtiéndose así en una parte más de él y su discernimiento del tanatorio se producía a través del vacío de una franja que bordeaba ambos elementos pues no hay que relacionar directamente a través de la yuxtaposición un espacio público de uno privado.
La permeabilidad entre columbario y cementerio de nichos, provocaba la sensación de continuidad y liberación del espacio y, también, permitía explotar la visual que se puede proyectar desde el cementerio al mar. Se atravesó el muro norte caduco del cementerio para la apertura de una nueva entrada que ligase Adormideras y el nuevo espacio comunal con éste. Se trataba de una llamada al carácter procesional histórico de lo que significa la muerte. Para el énfasis de dicha procesión, se trataron las texturas de paramentos y pavimentos del cementerio. Se hablaba de que quién circula era la persona viva y quién permanece era el que ha fallecido.
Se producía el enfrentamiento de lo perecedero frente a lo eterno y llevado a la arquitectura se podría traducir en la utilización de materiales cálidos y efímeros frente a fríos y eternos. En su materialización se ha elegido la madera como nuevo pavimento vertebral de los accesos al cementerio y columbario, así como el hormigón y la piedra de granito para muros que representen la realidad de la muerte.