Hoy, 3 de diciembre, se celebra el día internacional de las personas con discapacidad. Dado que es un día especial, he decidido salirme del tiesto de lo técnico para abordar la arquitectura no de una forma humana, pues creo que esto siempre lo hago, sino de una forma más pasional.

El Día Internacional de las Personas con Discapacidad fue declarado en 1992 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo así como concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural. Desde entonces las Naciones Unidas ha trabajado mucho en el área de las discapacidades, pero ¿lo hace el mundo de la arquitectura?

Todos los días, millones de personas se encuentran con grandes dificultades para deambular por la calle y por los edificios. Sin embargo, caemos en un grave error si sólo pensamos en la privación de esa acción. Hablamos de Deambulación, Aprehensión, Localización y COmunicación (Criterios DALCO descritos en la UNE 1700001). Al fin y al cabo, barreras que impiden que se desarrolle la actividad en igualdad de condiciones entre todas las personas.

A pesar de la existencia de normativas europeas, estatales, autonómicas, etc. que persiguen la aplicación de criterios de accesibilidad universal (y que con los años estas normativas contemplarán mejoras en la globalidad de la accesibilidad: física, cognitiva, sensorial y también orgánica), lo cierto es que aún existen muchos entornos, edificios, servicios y productos diseñados sin tener en cuenta que no todas las personas tenemos las mismas necesidades a la hora de movernos, comprender, estar, reaccionar, oír o ver, entre otras.

Imagen propia para «Un lugar para dos mundos: saber ‘ver’ la arquitectura sin barreras» en la que en el lado izquierdo se observan diferentes perfiles de personas que pueden encontrar barreras en su día a día: persona de la tercera edad, persona usuaria de silla de ruedas, personas con discapacidad visual, persona con carrito de bebé, personas con discapacidad cognitiva o sensorial… En el lado derecho, un dibujo aéreo de la ciudad. Y entre ambos lados, el ojo que se asusta al tener la capacidad para ver esas barreras.

Quitémonos la venda para ver la realidad

De las manos de los profesionales de la arquitectura depende hacer que el día a día de las personas en situación de discapacidad sea mejor y no sólo “sea”. Pues no somos conscientes que de manera no intencionada en muchas ocasiones nuestros diseños discriminan.

Habrá a quién le resulte exacerbada esta afirmación, nada más lejos de la realidad:

  • A lo largo de los años me he encontrado con familias que no se han podido ir de vacaciones al destino que los hijos pequeños deseaban pues no eran accesible sus calles o no encontraban lugares en los que hospedarse que lo fuesen. ¿Cómo se sentirían esos niños? ¿y esos padres?
  • También me he reunido con personas con enfermedades neurodegenerativas que ya no podían realizar gestiones en edificios de uso público porque no son «usables» como lo eran antes. ¿Cómo se siente esta persona al no poder entrar en los sitios en los que antes sí lo hacía?
  • Me he topado con personas con ceguera adquirida aguda que no podían salir a la calle solas debido a las “trampas” que hay en ella. ¿Cómo se siente esta persona sabiendo que de realizar un diseño universal sí podría salir con total autonomía?
  • Me he encontrado con personas cuya sintomatología de su enfermedad se agrava debido a los condicionantes del diseño de su vivienda ¿cómo se sienten?
  • He estado con personas usuarias de silla de ruedas que debido a la falta de accesibilidad en auditorios tienen que verse expuestas y discriminadas a estar en los pasillos debido a que no hay las plazas reservadas accesibles mínimas que exige la normativa. ¿Cómo se sienten estas personas?
  • En estos mismos auditorios he observado a personas con discapacidad auditiva perderse durante conferencias porque ni la geometría espacial era la apropiada ni se contaban con las herramientas de apoyo para que pudiesen escuchar. ¿Cómo se sienten estas personas?
  • Me he encontrado con personas con discapacidad cognitiva que no entienden la señalización de muchos edificios y se pierden en los mismos. ¿Cómo se sienten?

No os puedo responder cómo se sienten ellos pero sí cómo me siento yo cada vez que abordo estas situaciones y desde luego que no es orgullosa. En todo caso veo necesario que, para hacerlo mejor, se deba ir de la mano de especialistas, diseñadores, arquitectos, técnicos, terapeutas… que apliquen la accesibilidad CON CRITERIO, con SENTIDO COMÚN y de manera OBJETIVA.

Por la red circulan muchos documentos de dudosa aplicación, por ello, se requiere de los conocimientos de especialistas que puedan valorar realmente qué se debe hacer y cómo. ¿Acaso cualquiera nos podríamos a calcular la estructura de un rascacielos, dando por válido cualquier documento de estructuras que encontremos en la web? Creo que no.

Por ello, y como no se trata de un artículo en tono de recriminación si no de reflexión, me gustaría hablar del arquitecto Enrique Rovira-Beleta Cuyás.

Enrique Rovira-Beleta Cuyás, ejemplo de arquitectura para todas las personas

Con 24 años, mientras realizaba el servicio militar, un virus le afectó a la médula espinal y desde entonces es usuario de silla de ruedas. Tales circunstancias le llevaron a dedicar su vida profesional a lograr la Accesibilidad en los entornos para todas las personas de manera desapercibida (esto es, con los suficientes conocimientos sobre accesibilidad y con criterio se pueden hacer diseños accesibles y no ortopédicos siempre que sea posible). A día de hoy, además de ejercer como arquitecto en Rovira-Beleta Accesibilidad, en dónde también se encuentra la especialista Ana Folch; es responsable único del Postgrado de Accesibilidad y Diseño para Todos de la UIC Barcelona además de profesor en la misma, dónde también se imparte durante la carrera una asignatura sobre accesibilidad universal.

En 1992 este hombre fue el responsable de la accesibilidad en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Barcelona. Sí, ha llegado a ser el arquitecto responsable de ello gracias a su humanidad, conocimiento y buen hacer hacia la plena inclusión de las personas y por ello Barcelona 92 sirvió de modelo en accesibilidad y diseño universal en la organización de los siguientes JJOO y JJPP. Finalmente, por poner otro ejemplo, también ha sido el responsable de hacer la Alhambra de Granada accesible.

En la imagen Ana Folch y Enrique Rovira Beleta, especialistas en accesibilidad universal. Imagen cedida por Ana Folch.

“No podemos cambiar el mundo, pero sí aportar nuestro grano de arena” Alvar Aalto

Quizá hoy no lo vivamos en nuestra piel, pero desde luego que cuando todas las personas alcancemos la tercera edad tendremos discapacidad. A mí no me gustaría diseñar edificios y entornos urbanos (y con ello sus productos y servicios, los cuales también debemos de contemplar) de los que no pueda hacer uso el día en el que sea una anciana jubilada que sólo quiera recordar sus obras…viviéndolas.

Decía Alvar Aalto “sólo hay dos cosas en el arte: la humanidad o la falta de ella. La simple forma, algún detalle en sí, no crea humanidad. Hoy en día contamos con suficiente arquitectura mala y superficial que es moderna”. Han pasado casi 44 años desde su fallecimiento.

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